La literatura y la publicidad pueden parecernos dos dominios con grandes similitudes, pero lo cierto es que también muestran importantes diferencias. Ambas han ido evolucionando a lo largo del tiempo, acercándose más en algunos puntos y divergiendo aun más en otros. A la hora de tratar de comparar ambas áreas, debemos tener en cuenta determinados aspectos: autor, lenguaje, público y creatividad.
Lo que es innegable, es el papel que desempeña el autor en ambos campos. En lo que a la literatura se refiere, el actor goza de una notable importancia. Cada obra es fruto de sus circunstancias, gracias a las cuales busca reconocimiento. Podría decirse que desempeña un papel crucial, ya que al reconocerle distinguimos una serie de características e ideas inherentes a sus escritos. De igual forma, el trabajo del autor en el ámbito publicitario es vital, sin embargo, suele ocupar un segundo plano. Su papel es esencial en el proceso de venta, pero quien firma dicha campaña publicitaria y, por tanto, lo que permanece en la mente de los receptores es la marca para la que trabaja, no su nombre. Las razones son diversas, pero entre ellas destacamos que, a diferencia de la literatura, esto no es necesario para captar el estilo del anuncio.
Lo que es innegable, es el papel que desempeña el autor en ambos campos. En lo que a la literatura se refiere, el actor goza de una notable importancia. Cada obra es fruto de sus circunstancias, gracias a las cuales busca reconocimiento. Podría decirse que desempeña un papel crucial, ya que al reconocerle distinguimos una serie de características e ideas inherentes a sus escritos. De igual forma, el trabajo del autor en el ámbito publicitario es vital, sin embargo, suele ocupar un segundo plano. Su papel es esencial en el proceso de venta, pero quien firma dicha campaña publicitaria y, por tanto, lo que permanece en la mente de los receptores es la marca para la que trabaja, no su nombre. Las razones son diversas, pero entre ellas destacamos que, a diferencia de la literatura, esto no es necesario para captar el estilo del anuncio.
Introduciéndonos en el marco de la creatividad, aquí también podemos notar ciertas divergencias. Los publicistas suelen trabajar siempre por encargo, por lo que su trabajo no es meramente creativo al tener que ceñirse a unas determinadas pautas.
Una de las mayores diferencias versa sobre el público, ya que aquel hacia el que estan dirigidas las obras literarias suele ser un público fiel y devoto, mientras que el público de las campañas publicitarias ha de ser captado.
Una de las mayores diferencias versa sobre el público, ya que aquel hacia el que estan dirigidas las obras literarias suele ser un público fiel y devoto, mientras que el público de las campañas publicitarias ha de ser captado.
El lenguaje usado en ambas, además de variado, es muy diferente. En la literatura existe un predominio de la función expresiva. Por su parte, la publicidad hace uso de las funciones referencial y apelativa. Estas dos funciones no trabajan por separado, sino que se combinan. ¿Por qué? Debido a las necesidades que entraña la venta de un producto: por un lado se hace necesario el informar al potencial consumidor, pero también es necesario incitarle a la compra del artículo que se publicita. Todo esto nos lleva a discernir entre una publicidad directa y otra más sutil. En relación a esto, podemos afirmar que la publicidad se lleva a cabo cada vez de una manera mas suave, conforme el tiempo avanza somos inducidos a la compra de una forma mas subrepticia.
La publicidad, tal y como hoy en día la conocemos surge a raíz de la Revolución Industrial que propicia la sociedad de consumo. Data del siglo XIX, aunque alcanza su mayor desarrollo en el XX. Si bien es cierto que anteriormente también existía una cierta publicidad, esta era de índole ideológico, tanto político como religioso. Se denominaba "propaganda", haciendo referencia al acto de propagar la fe.
Esto puede llevarnos de nuevo a compararla con la literatura, ya que el arte estuvo durante decenios ligado a la religión, como mecanismo publicitario.
Podemos concluir de esta manera, que la literatura y la publicidad pueden no seguir el mismo camino, pero van siempre de la mano.
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