martes, 4 de diciembre de 2018

Los lápices de Ikea



Fernando Beltrán es un poeta nacido en Oviedo en 1965, aunque se traslada a Madrid posteriormente.


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LOS LÁPICES DEL IKEA

Me pregunta de pronto

cuánto crees

que mide nuestro cuarto,

aproximadamente.

Caminaba hasta entonces junto a ella

mirando sin sentir, sintiendo sin mirar

mesas, sillas, estantes…

Nuestro cuarto.

Cuánto puede medir.

Aproximadamente.

Troceo la pregunta

y la repito en alto, muy despacio

taponado aún mi oído de ser padre

tener casa, familia, ser al fin

como al fin somos todos.

Pero ella es generosa y tarda menos

en subir a mis nubes que en bajar yo a su tierra,

percibe ya la hormiga en mis dos manos

y me señala al fondo una columna

donde crecen los lápices

y un enjambre de hombres y mujeres

se quitan la palabra unos a otros

dispuestos a saber cuánto miden sus vidas,

cuánto el pozo, los clavos, los aullidos,

la luz de sus colmenas, el martillo del tiempo,

la terca longitud de algunas noches,

cuánta sed, cuánto hielo.

Escribo atropellado

sobre el margen de un folio

que ahora observo despieza en mil pedazos

un armario que no sabré jamás

si es pequeño o enorme

para ocupar un sitio en nuestro cuarto

entre puerta y ventana,

jamás pensé siquiera en la existencia

del hueco que habitamos cada día

sin manual de instrucciones.

La escarpia del vivir, el berbiquí del miedo

y este lápiz que es breve y afilado

como un sábado en calma

transformado de golpe en una alcoba

difícil de explicar.

Cuánto mide el amor. Cuánto el silencio.

Cuánto mide una vida

aproximadamente.


En el presente poema, Los lápices de Ikea, incluido en el libro Hotel Vivir el autor refleja realidades triviales propias de la vida en pareja, como por ejemplo comprar muebles un sábado. Este hecho será el que lleve al protagonista a reflexionar sobre el nuevo proyecto de vida que ha puesto en marcha con su pareja: irse a vivir juntos y formar una familia. Nos envuelve en un recorrido carente de expresión, dando la sensación de que nada parece importarle. Este sentimiento de apatía se hace patente en el siguiente verso: "percibe ya la hormiga en mis dos manos". Esta metáfora se refiere a la manera en que todos los hormigueros son iguales y realizan el mismo recorrido, queriendo decir que todas las parejas son iguales y que ellos son meramente una pareja más.


El poema se encuentra plagado de recursos estilísticos que buscan crear una mayor sonoridad. En el verso "dispuestos a saber cuánto miden sus vidas" hay una clara transposición de la vida a algo físico que se puede medir. También en "en subir a mis nubes que en bajar yo a su tierra" observamos un paralelismo construido con frases hechas. "Crecen los lápices" o "terca longitud" son ejemplos de personificaciones que podemos encontrar el texto. En la misma línea tenemos métaforas como "escarpia de vivir" o "berbiquí de miedo", que nos intentan transmitir el pavor que provoca esta situación.


Los versos que cierran el poema se traducen en una sucesión de anáforas que marcan el comienzo de cada uno de ellos con la palabra "cuánto", que ya habíamos visto al inicio del poema y que, además, da pie a una cuantía de incognitas y reflexiones que se suceden en su mente.

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