Fernando Beltrán es un poeta nacido en Oviedo en 1965, aunque se traslada a Madrid posteriormente.
LOS LÁPICES DEL IKEA
Me pregunta de pronto
cuánto crees
que mide nuestro cuarto,
aproximadamente.
Caminaba hasta entonces junto a ella
mirando sin sentir, sintiendo sin mirar
mesas, sillas, estantes…
Nuestro cuarto.
Cuánto puede medir.
Aproximadamente.
Troceo la pregunta
y la repito en alto, muy despacio
taponado aún mi oído de ser padre
tener casa, familia, ser al fin
como al fin somos todos.
Pero ella es generosa y tarda menos
en subir a mis nubes que en bajar yo a su tierra,
percibe ya la hormiga en mis dos manos
y me señala al fondo una columna
donde crecen los lápices
y un enjambre de hombres y mujeres
se quitan la palabra unos a otros
dispuestos a saber cuánto miden sus vidas,
cuánto el pozo, los clavos, los aullidos,
la luz de sus colmenas, el martillo del tiempo,
la terca longitud de algunas noches,
cuánta sed, cuánto hielo.
Escribo atropellado
sobre el margen de un folio
que ahora observo despieza en mil pedazos
un armario que no sabré jamás
si es pequeño o enorme
para ocupar un sitio en nuestro cuarto
entre puerta y ventana,
jamás pensé siquiera en la existencia
del hueco que habitamos cada día
sin manual de instrucciones.
La escarpia del vivir, el berbiquí del miedo
y este lápiz que es breve y afilado
como un sábado en calma
transformado de golpe en una alcoba
difícil de explicar.
Cuánto mide el amor. Cuánto el silencio.
Cuánto mide una vida
aproximadamente.
En el presente poema, Los lápices de Ikea, incluido en el libro Hotel Vivir el autor refleja realidades triviales propias de la vida en pareja, como por ejemplo comprar muebles un sábado. Este hecho será el que lleve al protagonista a reflexionar sobre el nuevo proyecto de vida que ha puesto en marcha con su pareja: irse a vivir juntos y formar una familia. Nos envuelve en un recorrido carente de expresión, dando la sensación de que nada parece importarle. Este sentimiento de apatía se hace patente en el siguiente verso: "percibe ya la hormiga en mis dos manos". Esta metáfora se refiere a la manera en que todos los hormigueros son iguales y realizan el mismo recorrido, queriendo decir que todas las parejas son iguales y que ellos son meramente una pareja más.
El poema se encuentra plagado de recursos estilísticos que buscan crear una mayor sonoridad. En el verso "dispuestos a saber cuánto miden sus vidas" hay una clara transposición de la vida a algo físico que se puede medir. También en "en subir a mis nubes que en bajar yo a su tierra" observamos un paralelismo construido con frases hechas. "Crecen los lápices" o "terca longitud" son ejemplos de personificaciones que podemos encontrar el texto. En la misma línea tenemos métaforas como "escarpia de vivir" o "berbiquí de miedo", que nos intentan transmitir el pavor que provoca esta situación.
Los versos que cierran el poema se traducen en una sucesión de anáforas que marcan el comienzo de cada uno de ellos con la palabra "cuánto", que ya habíamos visto al inicio del poema y que, además, da pie a una cuantía de incognitas y reflexiones que se suceden en su mente.
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